Vender es comunicar con eficacia.

Vender es comunicar con eficacia a través de tu voz.

Vender es comunicar con eficacia.

Vender es comunicar con eficacia y con la voz como nuestra principal aliada.

El consumidor compra aquello que conoce, que le genera más confianza y cuyo precio cree que está acorde a lo que espera recibir.

Por tanto, alguien que quiera vender su producto o servicio debe darse a conocer, transmitir seguridad y saber exponer al cliente todas las ventajas de su oferta frente a la de la competencia.

Para ello cuenta con múltiples recursos. Vender es comunicar con eficacia para convencer. Saber comunicarse es la clave para alcanzar el éxito.

Un buen vendedor ha de ser un excelente comunicador. Y ha de tener muy presente que todo habla de nosotros y todo comunica.

Si hablamos de una empresa, la imagen que tenemos de ella se forja a través de múltiples elementos: el diseño de su logotipo, de sus carteles publicitarios, del ritmo narrativo de sus anuncios en televisión, de la voz que escogen para sus cuñas de radio, de su eslogan, de sus colores corporativos, de su tipografía…

Todo esto nos transmite sensaciones acerca de una determinada firma comercial, y del conjunto o de cualquiera de estos detalles, puede depender nuestra confianza para contratar sus servicios.

Si nos ceñimos a la venta directa, a un ejecutivo, a un agente inmobiliario o de seguros, o, sin ceñirnos a lo estrictamente comercial, a alguien que acude a una entrevista de trabajo o a que le financien un proyecto, también tiene que saber vender. Tiene que saber comunicar.

Y nuevamente, cada uno somos nuestra propia imagen corporativa, por lo que, al igual que cuando hablamos de empresas, cada detalle cuenta para generar confianza y conseguir convencer a quien nos escucha.

Todo comunica: nuestra ropa, nuestra higiene, nuestros gestos, nuestra forma de saludar, de sentarnos, de iniciar una conversación. Y una vez superado el aspecto visual, lo que más puede posicionarnos favorablemente es nuestra voz y su correcta utilización.

Hemos de ser muy conscientes de que nuestra voz nos define. De ella se desprende nuestra personalidad, nuestro estado de ánimo, nuestra seguridad en lo que decimos.

A través de la voz viajan las palabras que elegimos para comunicarnos. Es por tanto fundamental escoger el vocabulario adecuado y tener una perfecta dicción para llegar de manera clara al comprador y llamar su atención.

Si nosotros mismos no mostramos convicción en lo que vendemos, el posible cliente perderá todo interés y se lanzará a buscar otras opciones.

De igual forma que uno suele acudir bien vestido y provisto de todos los instrumentos necesarios a una reunión, una entrevista o a una conferencia para dar buena imagen, no debemos olvidar de que es tan importante «la forma en nos ven» como «la forma en que nos escuchan».

La imagen que damos y cómo sonamos. Porque si bien le damos mucha importancia generalmente a nuestro aspecto en los grandes acontecimientos sociales y laborales, solemos olvidar el cuidado de la voz, la dicción y la convicción a la hora de transmitir un mensaje.

Si vender es comunicar y todo en nosotros comunica, no olvidemos que la voz es nuestra mejor tarjeta de presentación. Y que una voz y una forma de hablar convincente nos acercan más a nuestros clientes y nos asegura un mayor éxito profesional.